Datos vs Intuición ¿Enemigos, o complementos?

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Los datos están de moda, de eso no cabe la menor duda. El hecho de que estén en la boca de todos no es casualidad: el uso de los mismos ha tenido un impacto transversal en todos los sectores que han llevado adelante procesos alimentados por data. Sin embargo, como hemos mencionado anteriormenteel verdadero valor reside en la información o insights que podemos extraer de estos datos.  

Para explotar el potencial que tienen los datos, se necesitan personas que traduzcan los datos crudos en información de valor, y personas que tengan la disposición de adoptar esta información en su día a día, traduciendo estos nuevos recursos disponibles en acciones concretas. Los datos sin insights no tienen sentido, y los insights sin acción no tienen propósito.  

Probablemente se pregunten: ¿Y quién no utilizaría esta valiosa información para la toma de decisiones? Aunque la respuesta parezca obvia, la realidad suele ser un poco más complicada.  

En la mayoría de las decisiones que tomamos, nos dejamos llevar por nuestra propia intuición. Este comportamiento muchas veces se camufla bajo sesgos personales y un expertise determinado, haciéndonos creer que estamos basándonos en evidencia concreta.  

En el best-seller “Pensar rápido, pensar despacio” del Nobel en Economía Daniel Kahneman, se expone de forma magistral este fenómeno, que exhibe la dicotomía entre dos modos de pensamiento que todos nosotros tenemos: el “Modo 1”, que es rápido, emocional e instintivo; y el “Modo 2”, más lento, deliberativo y lógico.   

En este libro se describe cómo, muchas veces, tenemos demasiada confianza en nuestro propio juicio de valor, y dejamos de lado la componente racional. Estos dos modos se complementan entre sí todo el tiempo, y transitan de forma espontánea de uno al otro. 

Hay que dejar en claro que no buscamos que la intuición se vea desacreditada, ni mucho menos. La realidad es que, ante la necesidad de una toma de decisiones eficaz, recurrir a nuestro instinto puede ser nuestra mejor herramienta. El inconveniente surge cuando nuestros sesgos e información incompleta en un instante dado desembocan en decisiones que pueden suponer perjuicios o que, camufladas como certeras, no nos permitan ver muchas oportunidades que dejamos de lado.  

El desafío que deben llevar adelante las personas consiste en complementar el “Modo 1” y “Modo 2”, y evitar que se utilicen de forma equívoca.  

Basar las decisiones de negocio sólo en nuestro instinto puede conducirnos a errores de consecuencias inesperadas. Los humanos simplemente no somos capaces de procesar las grandes cantidades de datos que las organizaciones reciben día a día. Por otra parte, la racionalidad pura no es posible dadas nuestras características como seres humanos con distintos niveles de aversión al riesgo, optimismo, visión, etc. 

Los datos, por otro lado, son neutrales, pero las máquinas que los procesan no comprenden q están procesando. Por ejemplo, es posible que Netflix pueda identificar qué programas les gustaría ver a continuación, pero no puede decirles por qué.  

La intersección de estas dos áreas, el qué y el por qué, son formas críticas en las que los datos y la intuición trabajan juntos.  

Los datos no restan valor a una intuición oportuna. En cambio, los datos pueden proporcionar a la intuición rutas lógicas y bien documentadas que satisfagan a los stakeholders de una organización. Los datos facilitan que una institución dependa menos de los instintos de un individuo, a partir de un análisis asertivo basado en evidencia empírica.  

Es por esto que en Merovingian Data comprendemos que el mayor valor reside en el capital humano que forma parte de nuestro equipo. Cómo impactar organizaciones a partir de su expertise del negocio, y cómo utilizar los datos como herramientas para generar y potenciar este impacto, son skills clave que nuestros consultores aplican con cada uno de nuestros clientes. 

En conclusión, ser data-driven no significa basarse exclusivamente en datos, sino integrarlos a lo largo de la estructura actual para llevar una organización a aprovechar las oportunidades ocultas en ellos y tomar mejores (e informadas) decisiones. La transición de una empresa intuitiva a una empresa data-driven es un gran desafío. Aún entre las organizaciones que encaran esta tarea, son una minoría las que dicen haberlo logrado de forma exitosa. Por esta razón, buscamos acompañar a las organizaciones a realizar esta transformación, para asegurar una implementación acertada.   

Marcos Bruno

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